Síndrome de Asperger.
El síndrome de Asperger fue reconocido por la comunidad científica, en 1994 e incluido en 2013 como parte del TEA (Trastorno de Espectro Autista). Los TEA, y el síndrome de Asperger en concreto, son trastornos que afectan al neurodesarrollo del niño. Son menores que tienen un aspecto e inteligencia normal y, a veces, incluso superior a la media. Presentan un estilo cognitivo particular y habilidades especiales en áreas restringidas. Además, supone una discapacidad para entender el mundo de lo social, dando origen a comportamientos inadecuados, como, por ejemplo, gritar en situaciones indebidas, lo que tiene consecuencias negativas para ellos y su entorno.
¿Cuáles son sus síntomas?
A pesar de que cada individuo con asperger es diferente, lo que tienen en común son las dificultades en la interacción social, sobre todo con las personas de su misma edad; alteraciones de los patrones de comunicación no-verbal -pueden parecer enfadados, por ejemplo, y no estarlo-; intereses restringidos, inflexibilidad cognitiva y comportamental; dificultades para la abstracción de conceptos, interpretación literal del lenguaje, dificultades en las funciones ejecutivas y de planificación, en la interpretación de los sentimientos y emociones ajenos y propios. Los niños con el síndrome de Asperger aparentan ser para la mayoría brillantes, felices y cariñosos
Los déficits sociales están presentes en aspectos del lenguaje, tales como dificultades en el ritmo de conversación y frecuentemente alteración de la prosodia (entonación, volumen, timbre de voz, etc). Asimismo suelen ser disfuncionales los patrones de contacto ocular, gestual, etc. En la mayoría de los casos existen dificultades también en la coordinación motora.
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